lunes, 25 de mayo de 2020
Capítulo 31
Emilio está como si nada hubiera cambiado en esa biblioteca en la que tantos buenos ratos pasó. No sabe bien porqué, ni para qué... Todo ha cambiado tanto... Es un hombre muy rico...Piensa en Carlos, en que su sueño si hizo realidad.
--puedo tener a cualquier chico que yo quiera --dice para sí-- si una vez por dinero logré doblegar al mejor cualquier hombre que a mí me guste será mío...
Y se siente poderoso, le gusta pensar en lo mucho que le excita seguir al lavabo a todo macizo que se acercara a ese lugar:
--ahora no me tengo que conformar con sólo mirar... puedo tenerlo todo...
Y piensa en todo el odio de Carlos:
--él es injusto, no me tiene que volver a pasar...
Le gustaría tener en su cama siempre a un hombre muy guapo, lo desea y lo necesita, un hombre que le alivie su sed de cariño y sobretodo de sexo pero le da miedo que le vuelva a pasar lo de Carlos.
--¿cómo le puedo hacer para tener a un hombre guapo sin problemas? No sé... tal vez debería ir a un lugar de contactos, total cuando no hay problemas de dinero pero...seguro que no está tan macizos como estos...
Piensa en su sueño en que se la mamaba a la vez a Carlos y a un moreno muy guapo desconocido:
--Con Carlos se me hizo... ¿y si ese moreno existiera?
Se estremece al pensar en eso:
--ojalá que sí ¡¡que exista... que exista¡
Y tiene muy presente la sensación de tener esas dos trompazas en su boca:
--con él no tendría miedo... con él no...
Decide que es mejor irse:
--no tengo que mendigar nada... no sé yo puedo lograr a un hombre guapo no tengo que estar pendiente de tan poco.
Y de repente pasa por su lado un chico guapo, rubio de unos 20 años, con un cuerpazo que quita el hipo. Luce unos jeans que le hace un culo bien grande, redontito y apetitoso. Una tentación tremendamente irresistible. El chico estaba demasiado guapo como para no seguirle. Con dinero o sin dinero Emilio sigue con sus vicios.
--se la tengo que ver... se la tengo que ver... --susurra.
Sonríe:
--he hecho bien en agarrar un buen dinero... en el fondo es esto lo que esperaba...
Ese chico rubio le gusta muchísimo y Emilio está dispuesto a lo que sea:
--si no me la enseña le pagaré ni que sea sólo por verlo la trompa.
Y Emilio entra en el urinario con la seguridad que ese guapo rubio formará parte en breve de su larga lista de trompas conocidos. El rubio está en el urinario.
--estoy de suerte... así será más fácil proponerle algo --piensa.
El chico es un macizo de lo mejor:
--¡no le tiene nada que envidar a Carlos¡ --dice para sí.
Ya sólo el hecho de ver al guapo rubio en esas le excita mucho. Ese culo le encanta:
--¡¡que mordisco le daría¡ --piensa.
No es algo que suela ver mucho porque en seguida va para ver la trompa pero la visión de un macizo así de culo, con los pantalones abiertos y con sus manos delante agarrándose la trompa es algo que le encanta... Cómo sabe que aunque sea pagando le verá la trompa pues se queda un rato hechizado por la bella escena que está viendo. Ver a un buen macho así es casi tan bueno como verle la trompa. Le excita mucho ver como el rubio mueve sus manos mientras se saca la trompa.
--¡¡esto es gloria bendita...¡¡ --piensa.
Y solo con esta imagen Emilio ya se da por satisfecho, sólo por esto ya se ha puesto muy cachondo y en situación normal ya se sentiría feliz pero ese rubiales le ha encantado y está dispuesto a pagar por acostarse con él. No se quiere quedar con las ganas de él. Se pone de su lado, le excitaría verle su arma sexual en su estado puro, eso le animaría a hacerle una propuesta que ese guapo chico no imagina. Emilio se pone a su lado, no le logra ver nada y eso es que está muy separado y tiene los pantalones muy abiertos. El chico es guapisimo pero su pistolita es de las pequeñas y las manos se la tapa. Por eso Emilio no se la ve y eso le decepciona:
--pero aunque la tenga pequeña este macizo es pura poesia... tengo que verlo desnudo... se la tengo que mamar --dice para sí.
Emilio sabe que por mucho que mire pues no le verá nada, se aparta por si se la ve cuando sale. Y es que desea llevárselo a la cama pero almenos con Carlos se conocían de años pero a este macizo recién ahora lo conoce y le da miedo entrarle. No le ve nada pero igual sabe que tiene otra posiblidad que le gusta mucho. Justo delante de los urinarios está el espejo y muchas veces lo que no ha visto directamente lo ve a través del espejo que también está muy bien porque así puede mirar sin ser descarado. Sin que nadie le pueda reclamar. El espejo le ofrece que le fascina, que le pone a mil, que lo tiene cachondo perdido. Le encanta ver a un hombre guapo haciendo pis y el espejo le permite hacerlo sin ser descarado, sin llamar la atención así que mejor imposible. Y es que la vista que de de ninguna otra manera puede verla. No son muchas las veces que ve a un macizo haciendo pis desde esa perspectiva. Ver ese culo mientras el guapo hace pis es de orgasmo. Además que ve lo que más le gusta de un hombre, ver como se sacude la trompa para escurrir la última gota. Esto le excita mucho ni que sea viendo solo el movimiento de los brazos, pues le ve perfectamente los movimientos que hace con la mano y a la vez le ve el culo. La trompa de Emilio se ha puesto muy gorda. Es una visión que le encantaría inmortalizar. El guapísimo rubiales se va haciendo un masaje en la trompa y Emilio le ve la cabeza de esa pistolita pequeña pero que a Emilio le encantaría mordisquear. El guapo rubio se guarda su tesoro. Emilio nunca se había lavado las manos tan despacio. El guapo rubio se pone al lado de Emilio, se abrocha los pantalones al lado de Emilio que está muy cachondo al tener a ese culo a su lado y se arma de valor:
--¡¡que bueno estás¡
Emilio quiere llamar su atención para ofrecerle dinero. El rubio hace como si no le hubiera oído. Ese culo lo llama y Emilio piensa que darle un pellizco sería una forma de llamar la atención de él pero no se atreve a tanto pero como no lo quiere dejar escapar, como el dinero le da seguridad le dice:
--me gustas mucho...
El chico se da la vuelta. No está enojado, sino incomodo. Sólo quiere respecto.
--ya ¿no?... te estás pasando... ¿qué es lo que quieres?
--te la quiero mamar...
El chico no se esperaba tanta sinceridad:
--¡¡¿y si te parto la cara? Te has confundido conmigo.
No es muy agresivo, lo que quiere es que Emilio lo deje en paz.
--Y si te doy mil euros?
El chico rubio lo mira sorprendido:
--¿mil euros por una mamada?
Emilio se saca dos billetes de 500 euros.
--¿siempre llevas tanto dinero encima? --el rubio sorprendido.
Se muestra amable y eso le da confianza a Emilio.
--no, pero es que tenía la esperanza de que fuera mi dia se suerte..
El chico agarra los billetes y los mira con desconfianza:
--si no te fias...
El guapo no lo deja seguir. Se guarda los billetes.
--me quedo con tu cara si son falsos te vas a enterar...
Aunque trata de darle un poco de miedo el guapo es demasiado pacífico y nunca sería capaz de lastimar a Emilio aunque éste comenzara primero. El chico no se fia mucho pero es mucho lo que tiene que ganar y una mamada tampoco es nada del otro mundo:
--¡pero sólo una mamada¡ --piensa.
--¿aquí es seguro?¿no nos van a ver?
--si no jadeas mucho por el placer --dice Emilio irónico.
El chico sonríe:
--venga vamos... pero si por cada mamada das mil euros o la mamas muy poco y debes trabajar sólo para pagar mamadas... --dice el rubio con cordialidad.
--por desgracia la mamo muy poco...
El guapo lo mira con compasión, aunque él no sacara provecho sólo por la felicidad que está viendo en el rostro de Emilio ya tiene bastante. Le acaricia la mejilla y Emilio se estremece:
--pues hoy te vas a ir a casa bien contento...
Los dos se encierran en el wáter. No se dicen nada. Emilio se arrodilla. El rubio se desabrocha los pantalones, Emilio le mete mano en el boxer:
--con permiso --dice mientras le baja un poco los pantalones y los boxers.
Emilio muerde esa trompita que se le hace gorda en su boca. A Emilio le gusta mucho como esa cosita tan pequeña se convierta en algo tan gigantesco que casi no le cabe en la boca... Se la come entera pero la cabeza de la trompa le toca la garganta y debe aflojar un poco, acaricia la parte sobrante, esos testículos pequeñitos que le cuelgan y casi no se ven en medio de una selva que acaricia con los dedos.
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