lunes, 25 de mayo de 2020

Capítulo 21







Emilio está en shock. Carlos se da cuenta de la fuerte atracción que Joel está sintiendo por él:
--lo que faltaba otro maricon... --dice Carlos para sí.
Soledad está muy ansiosa:
--ay hijos, sé que es una sorpresa para todos pero ¡¡soy tan feliz¡
Emilio casi no puede respirar con un hilo de voz dice:
--¿y vamos a vivir todos juntos?
Soledad muy abrazada a su marido:
--bueno... a mí me gustaría tener a mis 3 hombres viviendo juntos... Los 3 teneis la misma edad... Yo creo que os podeis llevar bien...
Joel sonríe, Carlos le transmite algo muy fuerte que le gusta:
--por mi encantado...
Carlos fuerza una sonrisa y es que el deseo que siente deseo le está marcando la piel. Lo está excitando. Está pensando demasiado en el placer que le provocó Emilio. Sólo con mirarlo Joel le está haciendo sentir algo parecido. Joel abraza al apuesto marido de su madre. Y ambos se estremecen. A los dos les gusta acariciarse y el placer que siente sólo con una caricia hace que Carlos sienta un odio atrás hacía él. Le susurra al oído a Joel:
--cuidado con tocarme el culo, maricón.
Nadie los ha oído. Joel se aparta de ese chico sofocado. Lo mira con el rostro desencajado. No puede creer que nada más conocerlo ya sepa que le gustan los hombres, que le está gustando él. Emilio mira a su madre, mira a Carlos. No puede creer que su madre se haya casado con ese chico que tanto le gusta, que tantas veces siguió en el lavabo y gozó viéndole la trompa. No puede creer que su madre se esté acostando con él, que sea su esposa. Con ironía, Carlos dice a Emilio:
--¿y tú no me vas a decir nada? Emilio es que te llamas ¿no?
Y Carlos hace cómo si no lo conociera. Y sino fuera porque su madre ha mencionado que se llama Carlos Moltmar pensaría que se trata de un chico que se le parece pero sabe perfectamente que se trata del mismo chico que hace pocos días le hizo sentir como nunca en una fogosa tarde de pasión. Soledad no entiende la reacción de su hijo:
--mijo, parece que hayas visto un fantasma. 
Emilio casi no puede hablar. Incrédulo dice:
--Pero ¿¡desde cuando se conocen?¿¡¡cómo?¡
A Joel también le gusta ese chico tan guapo pero le parece desmesurada la reacción de su hermano. Soledad radiante dice:
--coincidimos en el crucero y nos enamoramos...
--yo me enamoré de vuestra madre el primer día que la conocí y la pude convencer para casarnos en el barco... ¡fue tan bonito¡
Soledad es la viva imagen de la felicidad. Carlos sigue hablando. Se finge enamorado pero tiene un brillo de odio en sus ojos. Carlos mira a esos dos muchachos que lo miran como si no fuera real (Joel por demasiado guapo y Emilio por lo extraño de la situacion) y les dice con ironía:
--Soledad me dijo que ustedes le regalaron el crucero así que estaré en deuda toda la vida con ustedes dos... Si no hubiera sido por su regalo jamás habría conocido a Soledad...
Y Soledad está feliz y agradecido de corazón no se da cuenta del tono de burla que esconden las palabras de su joven y guapísimo esposo. 
Carlos se acerca a Emilio:
--espero que seamos muy buenos amigos...
Y lo abraza. Aunque ese guapo hombre le gusta mucho, Emilio está tan en shock que no siente nada. Carlos le susurra al oido:
--¿recuerdas todas las cosas que me hiciste hacer aquella vez y yo no quería? pues tu madre lo va a pagar, maricón de mierda...
Nadie lo oye y Emilio se queda pálido. No sabe qué debe hacer. Mientras Soledad mira a Carlos y se besan enamorados, Emilio está atormentado. No sabe cómo encajar todo lo que está pasando. A Joel le gustaría saber qué cosa le ha dicho Carlos a su hermano. Siente que hay algún misterio entorno a ese hombre tan excitante pero Carlos actua con tan normalidad que piensa:
--No... no puede ser --dice para sí Joel-- seguro que lo debió insultar como a mí.
Los 4 llegan al coche. Los besos de Carlos a Soledad queman a Joel que cada vez siente más deseo y le gustaría estar en lugar de su madre. Joel y Carlos se miran de reojo. Sus miradas lanzan un fuego mutuo que los quema y los consume. Emilio sólo deja de pensar en lo que le ha dicho Carlos. No puede creer que lo que hizo con Carlos ahora le pase factura y con su madre. Es algo que lo llena de culpa. Llegan a un auto de último modelo. A Soledad se le van los ojos.
--¡mijo... es el que a mi me gustó...¡ --contenta.
Sonriendo a su madre Joel dice:
--le compramos para ti...
Carlos agarra las llaves que Joel tiene en la mano:
--entonces lo conduzco yo... ¿no? Para algo ahora soy el patriarca... –burlón.
Nadie se opone. Carlos nunca había conducido un auto como ese y está encantado. A parte de vengarse va a vivir como un rey y eso le gusta. Joel y Emilio los dos juntos en el asiento de atrás se miran incrédulos.

Carlos llega en el auto en la casa, el guapo queda muy impresionado. Los hermanos se van quedando atrás.
--vamos, mi amor que nuestra recámara es la principal... aunque nunca pensé que la iba a ocupar con un hombre...
Carlos la besa en el cuello:
--me muero por hacerte el amor...
Soledad se siente una adolescente, en brazos de su joven marido no piensa en nada más. Joel está muy excitado. El matrimonio desaparece entre risas, Carlos mira a los dos chicos, que no le sacan los ojos de encima, desafiante. Cuando ya están a solas, Emilio se tumba en el sofá abatido. Joel no le ha perdido los ojos de encima al culo de su padrastro hasta que ha desaparecido. A Carlos le quema el deseo de Joel y es que le está poniendo a cien. Le guiña el ojo y Joel suspira fascinado. Mira a su hermano para tratar de que éste no se dé cuenta de que le ha gustado el marido de su madre. Además quiere saber qué impresión le ha causado ese bellezón a su hermano.
--¿de qué se trata eso...?
Casi sin creérselo, Emilio dice:
--¡¡y yo que sí¡
Joel se sienta al lado de su hermano:
--parece buena onda... ¿no?
Y Emilio tiene clavada las palabras de venganza de Carlos en su mente. No le dice nada.
--¿que te pasa con Carlos...?
--¿¿porqué... ?? --pregunta Emilio nervioso.
--lo mirabas raro... ¿es que lo conoces?
--¡¡no... no...¡¡
Emilio da la espalda a su hermano para que éste no sospeche que le miente. Y a Joel le gusta mucho Carlos y quiere saberlo todo de él:
--porqué no confias en mí?
Emilio mira a su hermano y le reprocha:
--A caso tú sí confías en mí...?
Así los dos hermanos se callan. Emilio no puede acusar a Carlos porque no quieren que sepan que por culpa de comprarse una tarde de sexo... Siente que todo esto es un castigo por hacerle hacer a Carlos algo que él no quería.
--¡¡pero le pagué¡¡ ¡¡le pagué¡ ¡¡no es gusto que ahora él se quiera vengar en mi madre¡
Y recuerda los jadeos de él:
--¡¡gozó... gozó¡ --piensa.
También recuerda lo violenta que fue el chico al final. Sabe que eso no lo puede repetir. 
--¿será que le gustó demasiado? ¡¡no...¡¡no¡¡ --va pensando.
Emilio se siente culpable al pensar que su madre puede pasarlo mal por su culpa. Siente demasiada vergüenza por su comportamiento y no quiere que nadie lo sepa. Está muy aturdido. No sabe bien lo que debe hacer.

Joel sube a la planta 1ª dónde están todas las habitaciones. Los fuertes jadeos de Carlos inundan la habitación y excitan a Joel. No puede dejar de pensar en el paquete de Carlos. Se sofoca imaginándolo desnudo, imaginándose en sus brazos. Sus fantasias duran todo el acto sexual. Joel se queda pegado a la puerta. Se estremece pensando en mamársela a Carlos, Emilio se acerca a él.
--¿¿¡qué haces?
Joel siente mucha vergüenza. No se da cuenta que ya los jadeos se han apagado. Carlos sale en boxers colocándoselos bien. Sorprende a los dos hermanos ante la puerta de su cuarto. Carlos los mira con desprecio, Emilio está asustado. Joel siente vergüenza pero también deseo. Ese boxers estrecho dibuja los genitales de Carlos y es casi un sueño para Joel.





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