domingo, 24 de mayo de 2020
Capítulo 7
A Emilio le hace gracia que su hermano el guapo que siempre lo ha mirado por encima del hombro, que siempre se sintió superior a él, que lo despreció por su condición sexual, al que todo el mundo ha tachado como el perfecto de los dos hermanos le gusten los hombres al igual que a Emilio... Entra en la casa detrás de su hermano. La madre está en la cocina. Pone su mano en los hombros de su hermano. Joel se lo saca de encima como si le diera asco.
--dejame...
Con burla Emilio le dice:
--así que eres gay. ASí que somos los dos maricones... ¡¡que bueno¡
Joel no soporta que sea su hermano el que le diga eso.
--¡¡¡no.. no...¡¡
A Emilio le gusta molestar a su hermano, a parte que le excita imaginar a un guapo como su hermano en brazos de un guapo como Carlos. Se pone cachondo imaginándoselos juntos en la cama. Le excitaría que su hermano le cuente cosas. Le pone la mano en los hombros pese que a Joel le molesta.
--¡¡vete... vete¡¡
--dime... ¿con cuantos hombres te has acostado?
Joel hacia la cocina con nervios temiendo que su madre los oiga.
--¡¡callate... callate¡¡
--supongo que la habrás mamado mucho... ¿te bebes la leche? a mí es lo que más me gusta...
--¡¡eres un cerdo¡¡¡ ¡¡yo no soy como tú¡¡ --Joel horrorizado.
--ASí que virgencita... --Emilio burlón.
--No pierdas más el tiempo... yo con tu fisico no lo dudaria... cualquiera de tus amigos del gimnasio te lo haría pasar en grande... ¡¡no seas tonto¡¡
Joel agarra del cuello a su hermano:
--¡¡no me molestes... yo no soy como tú¡
Emilio no piensa permitir que su hermano lo desprecio:
--¿cuando le vas a decir a mamá que eres maricón? Dile que no espere nietos porque no los va a tener...
Joel no puede más. Siente mucha rabia que tiene contenida y golpea con el puño a su hermano. Lo tira al piso. Con sangre en la nariz Emilio le dice:
--¡¡por mucho que me pegues no cambiarás lo que eres, maricón¡¡
Esa palabra y en boca de su hermano es como un puñal que atraviesa su cuerpo. Soledad que está con la cena y no se entera de nada sale en ese momento.
--¡¡qué barbaridad...¡¡¡¿qué ha pasado aquí? --dice Soledad ayudando a Emilio a levantarse.
Rabioso Joel dice:
--¡¡mamá, dile a tu hijo que no me moleste...¡
Soledad mira a Emilio:
--se puede saber ¿qué es lo que ha pasado?
Emilio mira a su hermano amenazante, Joel con la mirada le está diciendo:
--cómo digas algo te mato...
En ese momento Joel está sintiendo que odia a su hermano como nunca. Está dispuesto a lo que sea para el que considera su secreto más feo. Emilio sonríe con burla a su hermano:
--es que Joel tiene algo feo que contarte y no se atreve... ¿¿verdad??
Joel mira a su hermano molesto. Soledad acaricia a Joel:
--que es mi niño...?
Joel se saca de encima a su madre:
--¡¡ya no soy un niño... dejenme tranquilo¡
Joel se encierra en su cuarto.
--¿¿que es lo que está pasando hijo?
Emilio, que no olvida lo que le ha pasado con Carlos, no es que está de muy buen humor.
--es mejor que no averigües... sigue sin enterarte de nada como siempre...
La infelicidad que ve en el rostro de sus dos hijos atormenta a la mujer:
--¡¡es que ninguno de mis hijos va a ser feliz nunca?¡¡ ¡¡por Díos, que castigo es esto¡
Emilio se gira y con una sonrisa amarga le dice a su madre:
--precisamente, con Díos... solo Ariadna es feliz...
Emilio se va a su cuarto. Soledad entra en el que era cuarto de su hija. Enciende una vela en el altar que ella tenía:
--¿porqué has condenado a mis dos hijos varones a ser infelices? ¿es que solo mi hija monja es feliz...? Por favor... que Emilio sea feliz a su modo que yo no entiendo pero es su modo y que Joel siga tan enamorado de Noelia y me den la alegría pronto que se van a casar...
Joel está tras la puerta de su cuarto y llora escuchando las palabras de su madre. Le atormenta el deseo que siente al pensar en sus compañeros desnudos. Siente una gran amargura por no alimentar su fuerte deseo sexual. Se tumba en la cama llorando.
--¡¡no soy maricón... no soy maricón¡¡
Al día siguiente, Joel está en la cama muy amargado. Casi no ha dormido. No tiene ganas de salir, está seguro que todo el mundo sabrá que Noelia lo dejó porque ha sido incapaz de hacerle el amor. LLora.
--ojala me hubiera muerto...
Soledad toca a su puerta.
--hijo... ¿es que no piensas levantarte?
--¡¡no... dejame¡¡
Soledad entra en el cuarto. Joel se cubre con la sábana para que su madre no lo vea que ha llorado. Soledad se sienta al lado de su hijo:
--¿¡qué es lo que te pasa?¡
--¡¡nada... nada¡¡ ¡¡vete... dejame¡¡
--¿es que te peleaste con tu novia?¡¡es eso?¡ eres muy guapo... ya encontrarás a otra...
Joel mira a su madre llorando de rabia y le dice:
--¡¡no mamá yo nunca más voy a tener novia¡¡
--¿porqué dices eso?
Pero Joel no se atreve a confesar que es gay.
--no nada...
Soledad le acaricia:
--sé que estás muy enamorado y ahora crees que es el fin del mundo pero ya verás que se te olvida... te volverás a enamorar...
Joel mira a su madre molesto ya que está no se entera de nada.
--dejame ¿no...?
--¿es que no piensas ir a trabajar? ¿también vas a perder este trabajo?
--¡¡no quiero salir... no quiero salir¡
Soledad se levanta:
--¡¡está bien... pues haz lo que se te pegue la gana¡
Soledad sale del cuarto molesta y angustiada porque no entiende a su hijo. Joel llora:
--no lo sabe, aún no lo sabe pero es cuestión de horas que me desprecie... que se avergüenza de mí.
Joel se abraza a su almohada retorciéndose de pena.
Al rato Soledad toca a su puerta. Con una sonrisa.
--¿que quieres mamá? --molesto.
--fuera está tu novia... y te trae flores... ¿ves como no tenías que estar triste? ay este muchacho... de todo hace un drama...
Soledad está feliz porque cree que la ruptura con su novia es lo que lo tenía mal y sonríe feliz al pensar que le está dando una buena noticia a su hijo. Joel se pone unos jeans. Aunque no está feliz porque Noelia quiere volver con ella, es tiempo ganado a que se sepa su secreto. Sale a verla sorprendida.
--hola...
Noelia le da las flores:
--me perdonas?
Joel le sonríe aliviado.
--claro.
Noelia lo besa. Soledad suspira:
--mi hijo va a ser muy feliz con esta muchacha que lo quiere y me dará muchos nietos...
Soledad no ve la angustia que hay en los ojos de su hijo que está cansado ya de no atreverse a vivir la vida como a él le gusta.
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