lunes, 25 de mayo de 2020

Capítulo 35



Y Carlos desnuda a Ariadna mientras la besa y la hace temblar con sus caricias. No siente deseo, es como si Joel lo hubiera borrado todo y en el sexo ahora sólo le importa Joel. El odio que siente Carlos, la satisfacción al saber que va a matar a esa joven cuando la deje lo tiene muy excitado. Y rompe la inocencia de ella, Ariadna grita y llora de placer y de felicidad... Carlos no oculta su victoria. Carlos se viste rápido mientras le dice con desprecio después de desvirgarla:
--Nunca pensé que fueras tan fácil...
Carlos es muy hiriente. Ariadna no ha tenido tiempo de pensar nada:
--¿cómo?
--Eso, que eres una hipocrita... A pesar de tu disfraz de monja eres una cualquiera... Estabas deseando que un macho te hiciera el amor...
Ariadna cree que está viviendo una pesadilla.
--¿es una broma no?
Carlos se sube la cremallera:
--¿porqué te metiste a monja? Por vocación no porque no has pensando nada a la hora de bajarte las bragas...
Y Carlos está disfrutando mucho su venganza.
--¿porqué me dices esto?
--¡¡por favor... te me has regalado sin apenas conocerme¡¡ ¡¡eres una perdida¡
--¡¡tú me dijiste que te ibas a casar conmigo¡
--¡¡porque creía que eres decente no, no me gustan las golfas...¡
Ariadna le suplica:
--¡¡no me hagas esto¡
--lo siento pero no me gustan las mujeres que se les regalan a los hombres... si me hubieras rechazado pero así no..
--¡¡no... no... has sido el primero... me enamoraste¡
Y Carlos se siente poderoso:
--pide que te perdone de rodillas por ser una cualquiera...
Ariadna llora. Se arrodilla ante él:
--¡¡te amo... te amo...¡¡
Y Carlos le dice:
--dí que eres una puta que te encanta coger conmigo... ¡¡dilo¡ 
Y Ariadna está hechizada por ese hombre y hace lo que él le dice. Le excita mucho a Carlos verla rendida. Le agarra al cuello:
--¡¡pídele perdón a Díos por ser tan guarra¡
Ariadna llora:
--¡¡basta ya¡
--¡¡haz lo que te digo si quieres que me case contigo¡
Ariadna ha amado a ese hombre con intensidad y no desea que la deje. Dice lo que le pide. Carlos la mira con desprecio:
--¡¡eres una basura... aunque si fuera soltero a lo mejor sí me caso contigo¡
Ariadna mira a Carlos con el rostro desencajado:
--¿¡qué?
Él se le ríe:
--¡¡soy casado, desde el principio sólo quise echar un polvo contigo¡
Ariadna se pone como loca, lo quiere bofetear pero él la empuja y la tira al piso.
--¡¡te di lo que has venido a buscar, perra¡¡ ¡Esto es lo que les pasa a las guarras que espian a los hombres desnudos¡¡
La deja ahí. Él se va riendo mientras que Ariadna siente deseos de morir. Está conmocionada. De rodillas en esas aguas Ariadna pide perdón a Díos, reza por la salvación de su alma. Lo que ha pasado lo ha sentido como un castigo por el pecado que ha cometido.
--yo me lo he buscado... no me puedo quejar.
Se lava la cara:
--tengo una misión...
Con la muerte en la mirada Ariadna regresa al poblado. Un helicóptero está despegando. Ve a Carlos desaparecer entre los aires. Él sonríe burlón. Ariadna cae al piso llorando sangre. Carlos sonríe porque su venganza está saliendo redonda:
--ahora sólo me falta estrenar al degenerado de tu hermano...
Y en realidad el acostarse con Joel es algo más que la venganza, es algo que le nace de muy adentro y no quiere pensar. Piensa en el dolor que ha sentido Ariadna. Ríe:
--no pensé que con la monja me fuera tan fácil... ¡¡es la que menos se me ha resistido¡
Y Carlos ríe porque sabe que la rapidez con la que la ha seducido es un punto a favor de su venganza:
--y ahora esperar a que esa guarra sepa que mi esposa es su madre...
Carlos sonríe lleno de odio al imaginar lo mal que se sentirán Ariadna la saberlo... Y no puede evitar un sentimiento de dulzura al pensar en Joel, un sentimiento que quiere borrar con todas sus fuerzas:
--¡¡tal vez sí me dé guste coger con él...¡¡ ¡¡pero luego lo voy a matar¡¡¡ ¡esa familia de maricones y putas se arrepentirá de haberme metido en su vida¡
Y Carlos vibra de odio y también de deseo al recordar como se la mamó a Joel. Tiene el sabor de su semen en la boca, le dejó muy buen sabor:
--¡que rica sabe la leche de ese condenado cabrón¡
Y aunque desearía mamársela de nuevo nada más llegar:
--¡¡no... lo quiero ver arrodillado a mis pies¡¡¡ ¡humillado como sus hermanos¡
Y Carlos no quiere aceptar que vengarse de Joel va a ser más complicado pero se arrastrará así mismo.

Y llegó la tarde, Sebastián sonríe al ver a Emilio. Los dos se sonríen. La aptitud cordial del guapo rubio fascina a Emilio.
--llevas mucho esperando?
Emilio suspira:
--toda la noche.
Sebastián le guiña el ojo:
--pues ya se acabó tu espera... Mi respuesta es sí...
Emilio se estremece, casi le parece un sueño. Sebastián le sonríe.
--oye, no te vayas a desmayar...
--no... no... gracias... soy muy feliz...
Sebastián le sonríe con timidez. Para él sólo será un trabajo pero le gusta la felicidad de Emilio.
--¿cuando empezamos? yo el dinero...
Sebastián le sonríe y no le deja seguir:
--no hablemos de eso aquí... ¿qué quieres que hagamos?
--¿vamos a un lugar para estar solos?
Sebastián le sonríe:
--no pierdes el tiempo.
Aunque trata de mostrarse tranquilo la verdad es que está muy nervioso.
--¿te molesta?
--no... vamos...
Los dos están muy nerviosos, Sebastián le cuenta la película que vio anoche para que los dos se tranquilicen. Emilio está feliz de estar a su lado.
--¿y tú?¿qué me cuentas?
La sonrisa y la simpatia de Sebastián se le clavan a Emilio en el alma:
--no sé... nunca fui tan feliz...
--¿nunca has tenido amigos? ¿novio?
Emilio sonríe resignado:
--No... nunca tuve amigos y menos novio...
--¿entonces siempre pagaste por sexo?
--No... no... pero eran chicos feos y a mí me gustan los guapos...
Sebastián le sonríe. Emilio lo lleva al apartamento en el que pasó su infancia.


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